Mis años de estudiante arrancaron en el colegio nuevo del pueblo. De hecho fuimos la única generación que cumplió todo su preescolar y EGB en ese centro. Empezamos 1º de preescolar (ni idea de cómo se llama ahora) el curso en el que se inauguró y fuimos los últimos en cursar allí 8º de EGB (ahora 2º de ESO) porque el año en el que acabábamos, nos pasaron a los de 6º, 7º y 8º de golpe al instituto.
Del colegio tengo buenos recuerdos. Como estudiante tengo que decir que sin ponerle demasiado esfuerzo, sacaba muy buenas notas. Bueno, lo cierto es que eso siempre ha sido así, desde el cole a la universidad, pasando por mis 2 institutos. No me hacía falta dedicarle muchas horas, pero siempre quedaba como un empollón.
En el cole no tenía problemas para relacionarme con la gente y jugar en los recreos e ir y venir a casa acompañado. La cosa cambiaba fuera de allí, que es cuando me convertía en un ser bastante asocial.
No era de los típicos niños que se pasan la vida jugando en la calle, más bien era de los que veía desde la ventana lo bien se lo pasaban el resto. La verdad es que mi agenda extraescolar no me lo ponía fácil, porque entre semana me dedicaba a las clases de inglés, el taller de cerámica, la informática y el deporte, primero el baloncesto, donde a pesar de mi altura fui un fracaso absoluto y después el balonmano, donde llegué a ser una joven promesa a nivel local.
Si esto era entre semana, los fines de semana tampoco se quedaban atrás, ya que los pasaba entre las competiciones deportivas y la iglesia del pueblo. Sí, lo habéis leído bien (si es que algún lector aparece por aquí y lo lee). Es lo que tiene tener una madre catequista, que acabas llendo a catequesis desde antes de la 1ª comunión hasta la confirmación, casi con la mayoría de edad. Y por si eso fuera poco, a uno se le despierta la vena artística y empieza a cantar en el coro de niños y ya para rematar, se mete a monaguillo. La verdad es que eso debió ser la puntilla para mi, ya anteriormente escasa, vida social.
Haciendo un examen ahora que han pasado los años, creo que el problema debía ser mi escaso interés y nulas aptitudes para el fútbol y las niñas, piezas claves en el divertimento de mis compañeros fuera del cole.
Lo del fútbol me ha seguido pasando durante toda la vida y lo del interés en las niñas... pues como que ha ido incluso a peor, ya me entendéis.
En los primeros años del cole, como todos los chicos, andaba detrás de una compañera. La verdad es que no sé muy bien por qué le tocó a ella y no a otra, pero el caso es que era a mi compañera N a la que daba el coñazo y era ella la que me daba a mi las calabazas.
Y hay que ver lo caprichoso que es el destino, que años después nos reencontramos y ahora es una de mis mejores
Del resto de compañeros ni idea. Ahora por el facebook me ha agregado alguno e incluso me han invitado a la cena de antiguos alumnos que se va a celebrar este año, con motivo del 25 aniversario del cole, pero todavía no sé si iré.
CONTINUARÁ...
Ay, ese yendo!
ResponderEliminarYo tambien tuve la cena del colegio. Y no fui porque estaba harto de recordar palizas, jajaja. Sigo con tu blog
¿Es en serio lo de las palizas? Menuda putada. Yo no las recibí, pero tampoco era de los que las daba. Todavía sigo sin saber si ir a la cena, porque no es sólo de gente de clase, que en ese caso iría seguro. Es de toda la gente que ha pasado en estos 25 años por allí, así que no sé si voy a conocer a alguien.
ResponderEliminarY tan en serio. La peor fue cierto dia, con un corro de media clase riendose y el profesor mirando hasta que me saco de encima al maton, al que por supuesto nada le paso. Pero todo tiene sus ventajas, lo que no mata nos hace mas fuertes y ahora aguanto muy bien los leñazos devla tabla cuando intento surfear, jajaja
ResponderEliminarMe alegro de haberme reencontrado contigo Javi, y me siento orgullosa de haber sido esa niña por la que te dió :-) recuerda nuestro carnaval !!! un besote enorme, amigos para siempre!!!!!
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