Los años de la universidad son, sin lugar a dudas, los mejores años de mi vida. Lo que los echo de menos!!
Cuando estaba en los últimos años de colegio, mi madre me apuntó a una academia de informática, porque decía que eso iba a ser muy importante en el futuro y yo no había visto un ordenador en mi vida. Ella me apuntó sin tener ni idea del tema, pensando que todos los cursos serían iguales, pero se equivocó. Supongo que me querría apuntar a algo de iniciación a la ofimática, lo típico de windows, word y todo eso, pero a lo que me apuntó realmente fue a introducción a la programación. Y allí estaba yo, sin haber tocado un ordenador en mi vida y aprendiendo a programar, lo que se dice empezar la casa por el tejado. La cuestión es que aquello me enganchó y desde ese momento tuve clara mi vocación, ya sabía lo que quería estudiar.
En mi ciudad no había carrera de informática, así que estaba claro que me tocaría marcharse de casa. Tenía una prima segunda que el año anterior había empezado filología inglesa en una Universidad de la Iglesia en Bilbao y lo hacía yendo y viniendo todos los días en autobús, en una línea específica para la universidad y que salía muy bien de precio, así que lo miramos y tenían la carrera de informática. Pues ya estaba solucionado, me quedaba en mi pueblo y me tocaba chuparme todos los días 4 horas de autobús.
Pues así fue como yo, que siempre había ido a colegios e institutos públicos, acabé estudiando en una universidad de curas. La verdad es que en mi facultad se notaba más bien poco que aquello era de la Iglesia, porque nunca llegamos a ver ni un cura, ni una monja por aquellos pasillos. Supongo que en las facultades de letras sería distinto.
El primer curso fue horrible, el autobús pasaba por mi pueblo a las 6 de la mañana para llegar a clase a las 8 y había muchos días que, a diferencia de la carrera de mi prima, teníamos prácticas por la tarde, así que hasta las 9 ó 10 de la noche no volvía a casa.
Eso fue lo que hizo que decidiese que a partir de 2º me iba de alquiler a Bilbao, porque lo del autobús era inhumano. En 1º había coincidido en el autobús y en clase con un chico super friki, maloliente y muy pesado (en todos los aspectos), que también se cansó del autobús y también conocimos a otros chavales que vivían en una residencia de estudiantes y uno de ellos tampoco estaba a gusto allí y se quería ir a un piso.
Pues nada, nos pusimos de acuerdo los 3 y tras mirar varios pisos, encontramos uno que nos convencía, aunque no estaba muy cerca de la universidad (nos tocaba coger el metro, pero nada en comparación con el dichoso autobús).
Allí pasé de lunes a viernes del 2º curso, pero en cuanto llegaba el fin de semana, cogía la maleta y me volvía a mi pueblo. La vida en aquel piso era del piso a clase y vuelta, prácticamente no hacía vida social por Bilbao y con mis compañeros, la relación era cordial, pero sin más.
En 3º seguimos los 3 en el mismo piso, pero yo tenía claro que tocaba aprovechar el vivir fuera de casa, así que me propuse mejorar la vida social. Todos los viernes ponían carteles en clase anunciando kinitos y la gente se apuntaba, así que uno de esos viernes, sin conocer a nadie de los que se habían apuntado en la lista, allí que puse mi nombre. Y fue todo un éxito, esa noche cambió el resto de mi estancia en la universidad.
Coincidí al lado de un chico (D) que entre vaso y vaso de kalimotxo me comentó que jugaba a balonmano, en un equipo en el que necesitaban gente y yo, que hacía dos años que no jugaba, decidí probar suerte.
Fui un día a que me hiciesen una prueba y resultó que estaban formando un 2º equipo con los despojos de otro, ambos de un colegio de curas de Bilbao, en el que había estudidado D y, la verdad sea dicha, este 2º equipo no era muy bueno que digamos, por lo que pasé la prueba sin problemas y (modestia a parte) enseguida empecé a destacar.
Así que ya tenía planes para entre semana con los entrenamientos después de clase y los partidos de los fines de semana. Pronto D se convirtió en mi mejor amigo en Bilbao y era entrenador del equipo cadete del club.
Yo en el club de mi pueblo también había estado 3 años como entrenador, aunque de niños más pequeños y decidí ser el 2º entrenador de D.
En resúmen, mis años en la universidad iban in-crescendo. 1º, el autobús infernal. 2º, del piso a clase y vuelta. 3º, clase, entrenador, jugador, de fiesta con D y sus amigos y partidos varios y todavía podía mejorar más, pero eso lo dejo para otro día.
CONTINUARÁ...
Lo primero agradecerte el comentario en el blog, y na, que ya eres bienvnido y esas cosas, pero que no hace falta decirtelo, jajaja, que ya lo eres de por si. En fin, que me lio y a lo que yo iba, que era comentarte el post. Muchas veces hacemos algo que nos cambia la vida de una forma que ni nosotros mismos nos damos cuenta en ese momento. No sabemos nunca que pasara, pero es tan importante luego, que un solo segundo, una sola decisión nos puede hacer más felices.
ResponderEliminarUn beso cielo y suerte con el blog, aquí estamos para lo qeu necesites.
Jo, ya tengo el primer comentario en mi blog, que ilusión!!
ResponderEliminarPerdona si he entrado en el tuyo directo al grano, así sin saludar ni nada, pero como llevo tiempo leyéndolo en la sombra, pues casi que ya eres de la familia, jejeje.
Ahora que me he decidido a tener uno propio, creo que también va siendo hora de comentar en los que leo, que son unos cuantos.
Besos y ya nos veremos por aquí.
Hola paisanuco! ^^
ResponderEliminarMe he leido todas las entradas que has escrito hasta ahora, vaya caso el tuyo con el tema de los estudios. Primero pensé que hablabas de Maliaño, luego pensé en que quizás hablases de Torrelavega y finalmente... no lo sé xD. Me gusta la triquiñuela que hizo tu padre, a los vascos ni agua :P [tampoco me gusta lo de "gran ciudad" refiriéndote a Madriz] :P!
Me gustó leer que fuíste hasta capitán de tu equipo de balonmano. (...y pensar lo grande que fue el Teka Cantabria y que desapareciese...]
Yo sigo con la tradición de ir de litros y mezclar en bolsa aunque la cosa se pone chunga con el tema de las multas y hay que recurrir a los bares de cachis y darle al señor del tres.
(En Andalucía y por ahí no conocen el tema xD)
No sé como habrás llegado a mi blog pero me alegra que hayas llegado. No es fácil coincidir con un cantabruco por estos lares... aunque a decir verdad no era algo que me entusiasmase ya que siempre tuve miedo a ser descubierto y como nuestra ciudad es un pañuelo como el que dice...
Bah, paranoias... :D
Bueno, seguiré leyéndote. Espero que te estén yendo bien las cosas. Un besazo, nin! :)
Hola Bo, bienvenido a mi rinconcito.
ResponderEliminarLo de la gran ciudad, por lo menos en tamaño y habitantes sí que lo es.
Mi pueblo seguirá siendo una incógnita, de momento, pero seguro que en el futuro me acabas pillando, jejeje. Aunque la verdad es que tampoco me importa, porque el armario ya se quedó muy atrás.
Respecto a lo de ser descubierto, tu tranqui, que cada vez voy menos por allí y de Santander conozco a muy poca gente. Además si te descubro yo a ti, significa que me has descubierto tu a mi también, así que estaríamos empatados. Pero de verdad, que no te emparanoies con el tema.
Besos y a disfrutar del cantábrico, tú que puedes.