jueves, 24 de marzo de 2011

Érase un maestro de escuela

Durante 3º, 4º y 5º de EGB tuve un profesor llamado Don Manuel, que nos impartía todas las asignaturas excepto Educación Física.

Era un profesor ya mayor, al borde de la jubilación y de los de la antigua escuela, que no se cortaba a la hora de darte un golpe con la regla o incluso un azote puntual si tu comportamiento así lo requería. Esto le costó varias amonestaciones de la dirección del centro tras quejas de los padres. Mi madre en concreto fue una de sus mayores detractoras.

A pesar de esto, reconozco que una gran parte de cómo soy ahora mismo se lo debo a aquel hombre, ya que era un estupendo profesor. Era maestro por vocación y eso se le notaba, ya que a pesar de la cantidad de años que llevaba dando clases, todavía se seguía involucrando personalmente con todos y cada uno de sus alumnos. No estaba quemado y eso es muy de agradecer.

Era la época en la que se empezaba a hablar de la reforma de la Educación, la llegada de la futura LOGSE y el hombre se preparaba todo lo posible para los cambios que vendrían, incluso aunque faltaban todavía 3 años para su entrada en vigor, empezaba a aplicar en sus clases algunas de las nuevas metodologías.

Se extralimitaba a la hora de la enseñanza, pero para bien, ya que siempre solíamos ir mucho más allá de lo que los temarios marcaban. Además de sus asignaturas oficiales, nos enseñó música, que por aquel entonces todavía no era una asignatura como tal. Pues él nos enseñó solfeo y a tocar el piano, haciéndonos comprar un órgano a cada uno, lo que le volvió a suponer broncas con algunos padres ya que era un colegio público y eso de que te obligaran a comprar algo, no sentaba bien.

También se empeñó en darnos él la clase de religión, cuando al resto del colegio venía a dársela el cura del pueblo. El hombre pintaba y dibujaba muy bien y también trató de transmitírnoslo a nosotros, pero conmigo no pudo, ya que soy bastante negado para ello. Incluso nos enseñó a jugar al ajedrez, que no sé si es algo muy habitual en los colegios, por lo menos a las otras clases del cole no se lo habían enseñado.

En su juventud había sido cura o fraile, no lo recuerdo exactamente, pero decidió colgar los hábitos, dedicarse a la educación y casarse. Estaba casado con otra profesora del mismo colegio, de los últimos cursos. Se les veía un matrimonio muy compenetrado y feliz, ya que estaban hechos el uno para el otro. Ambos daban clase con bata blanca y todos los viernes a última hora él se quitaba la bata y nos mandaba a uno de sus alumnos a la clase de su mujer para dársela y todos los lunes su mujer le mandaba la bata de vuelta por medio de otro de los alumnos mayores, ya limpia y reluciente.

Cuando yo estaba en 5º, su mujer enfermó y se tiró casi todo el curso de baja, hasta que finalmente murió. Supongo que fue un cáncer, pero a nosotros que todavía éramos pequeños, no nos dieron muchos detalles. Lo que está claro es que aquella bata nunca volvió a verse tan blanca como antaño y aunque trató por todos los medios de seguir como siempre con nosotros, algo en su carácter cambió, aunque a nosotros sólo nos quedaban unos meses de tenerlo como profesor.

Imagino que en gran parte gracias a él, de entre aquella clase y hasta donde he podido mantener el contacto, salimos médicos, biólogos, arquitectos, ingenieros, periodistas, veterinarios... casi todos, aunque hay alguna excepción, gente con estudios, porque si algo nos inculcó aquel hombre es la pasión por aprender.

Al año siguiente de acabar el colegio, 4 años después de la muerte de doña Carmen, don Manuel se jubiló y hace un par de años que me lo encontré de casualidad en un restaurante de Santander y fui corriendo a saludarle. Yo me esperaba que no se acordase de mi, ya que ha pasado el tiempo y todos cambiamos. A mí me pasa lo mismo cuando me saludan personas a las que entrené o de las que fui monitor cuando eran niños. Pero no es sólo que no me recordara, es que me dió la impresión que no recordaba ni el hecho de haber sido maestro, ya que parecía tener algún tipo de enfermedad senil.

Incluso aquel hombre que en su vida habría pronunciado una palabra malsonante ni mucho menos un taco, ante mi pregunta de cómo se encontraba, su respuesta fue "jodido, como quieres que esté". Aquello definitivamente dió por zanjado nuestro encuentro y prefiero quedarme con el recuerdo de la infancia antes que con la persona que me encontré, que no es ni la sombra de lo que un día fue.

Hoy, que estoy valorando la posibilidad de comprarme un teclado y retomar aquello que aprendí de pequeño, me ha venido al recuerdo aquel hombre. Ni siquiera a día de hoy sé si sigue vivo, pero sirva esta entrada de homenaje a don Manuel, a doña Carmen y a todos los maestros de escuela que lo son por vocación.

12 comentarios:

  1. He aquí mi alter-ego otra vez!! jajaja Yo recuerdo desde parbulario hasta 5º de EGB a una profesora que nos dió clases todos esos años Doña María Luisa, también era de la vieja escuela, o muy estricta y exigente. Desde luego, se puede decir que tuvimos mucha suerte de tenerla como profesora. Era de las que pegaban también, y mi madre de las que le decían "si hay que darle, no se corte". A día de hoy está jubilada, desde hace unos 5 años o así, yo siempre que me la encuentro me paro a hablar con ella, siempre me dice que está muy orgullosa de mi, que nunca pensaba que fuese a llegar tan lejos, con lo vago que siempre había sido, y que la había sorprendido para bien... Se merece un homenaje de aquellos alumnos que durante 6 años fuimos de ella, ahora que aún tiene luces... yo creo que se lo debemos.

    Bicos Ricos

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  2. ays, me has emocionado. Lo digo en serio. Yo en el colegio tuve una panda de profesores sacados de las cavernas, pero bueno, especialmente alguna que era como estar en el ejército o peor. Sin embargo, hablas con una pasión y un agradecimiento a tu profesor que realmente debió ser buena gente.

    Y claro que está jodido, es lo que tiene cumplir años. Pero bueno, dada la alternativa... al final, siempre nos queda el recuerdo (salvo cuando el alzheimer se lo lleva).

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  3. estoy como Z. que me has emocionado, en serio. Una entrada homenaje muy bonita que como a todos que te leeran les traerá recuerdos buenos (algunos quizás no tantos) de sus profesores. Es verdad que gran parte de lo que somos se lo debemos a esas personas que dedican unas cuantas horas de su vida (a veces su vida entera) en despertanros la curiosidad por saber.

    Yo también tengo algunos -como no?- y me sirvo de esta entrada tuya para homenajearles mentalmente.

    Un beso

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  4. Otro que se ha emocionado. Yo he pasado por varios colegios pero no porque fuera un niño especialmente díscolo, sino porque he vivido en varias ciudades, y siempre he estudiado en colegios de curas y la verdad es que no guardo un buen recuerdo de casi ninguno.

    Por cierto, me siento discriminado, no me has re-comentado en el post de ayer jajajajaja.

    Besos.

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  5. Se me había olvidado decir que la entrada de hoy estaba patrocinada por kleenex, que hay que ver cuanta emoción.

    Pimpf, definitivamente nuestras vidas son muy para lelas, jejeje, verás el día que me meta en política :P Un saludo para doña Maria Luisa, aunque no creo que se pase por aquí, pero bueno.

    Z, algún día tienes que profundizar en tu infancia, que entre profesores y compañeros, parece que no fue muy buena. Me tienes intrigado.

    Adrianos, ojalá no hubiera nadie con malos recuerdos de su infancia... me alegro de que los tuyos no lo sean.

    Christian, siento tus malos recuerdos con los curas, por lo menos te llevas la experiencia de ser una persona viajada, de haber visto mundo. Y lo de la entrada de ayer ya está solucionado, lo siento.

    Besos para todos!!

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  6. Nada hombre jajajajajaaja. Entonces dejo de mirarte con cara de profe de lengua.

    Besos.

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  7. Yo no tengo recuerdo de ningun profesor que influyera en mi de esa manera, y los que tengo la verdad que no son muy apañados que digamos, es más, pasaban un poco de nosotros. Así que poca leche, y es una pena que esto ocurra, porque posiblemente, mi paso por el cole influyo demasiado en lo que hice despues.

    Un beso

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  8. Christian, ¿con qué cara mira un profe de lengua? XD

    Kotei, creo que para bien o para mal, el cole marca lo que viene después. Una pena que tus profes no fueran muy apañados.

    Besos!!

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  9. Vaya me arrancaste una lagrimita, aunque pensaba que iba a ser mas emocionante y se acordaría perfectamente de ti, pero claro eso sería literatura y tu post es la vida misma.

    La verda es que a veces un reglazo a tiempo no viene mal, jaaj, aunque ahora es impensabele. Lo que no entiendo es que mandara la bata por un alumno a su mujer en vez de llevarla él. Eso m recuerda a un profe que tenía yo que tb. se llamaba D. Manuel cuiosamente y que echaba los esgarrazos (escupitajos) en un papel y llamaba a cualquier alumno y decia: "niño, vaya a tirar esto a la papelera" y tenias que levantarte y tirar su "paquete" a la papelera jaja Que asco.

    Bezos.

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  10. Pues un profe de lengua mira muy serio por encima de las gafas cada vez que detecta una falta de ortografía o que un alumno choni le pega una patada al diccionario con su vocabulario. Aunque bueno, yo no uso gafas peroel caso es mirar mal jajajajajajaja.

    Besos.

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  11. Te hice unos diseños para tu encabezado, pero no sé a dónde mandartelos... bueno, tampoco nada del otro mundo, ya me entiendes, jaaj de esas cosa que hago yo, ajaja


    Bezos.

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  12. Thiago, de lo de la bata no te puedo explicar el motivo, me acuerdo de la anécdota simplemente. Y sí, que lástima que se pierda la tradición del reglazo, así sale la chavalería de hoy en día...

    Siento haberte defraudado con el final de mi encuentro, pero es lo que tiene la realidad, que a veces nos defrauda. Ni te cuento cómo me quedé yo.

    Y tu don Manuel era un asqueroso, seguro que no le llegaba al mío ni a la suela del zapato, jejeje.

    Ya he hecho pública mi dirección en el perfil, que pensaba que ya lo tenía. Tengo pendiente el aplicarle un poco de diseño gráfico al blog, pero ya se sabe que en casa del herrero... así que muchas gracias por hacerme el trabajo.

    Christian, evidentemente no tenía ni idea de que eras profe de lengua. Espero que no te sangren mucho los ojos con mis faltas de ortografía, que yo soy de acentuar las cosas hasta cuando no hay que hacerlo.

    Besos!!

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