Ya estoy de nuevo por aquí, con energías renovadas, después de estos días de vacaciones.
Al final el tiempo se ha portado y sólo nos llovió un rato, el domingo por la tarde, así que la ruta aunque la preparé de un día para otro, la pude hacer tal cual.
Como ÉL tenía un examen el viernes por la tarde, no salimos hasta el sábado por la mañana. El primer destino de la escapada fue Sigüenza, donde visitamos el castillo, que ahora es un Parador Nacional y el casco histórico del pueblo.
Siguiendo la ruta del románico, de Sigüenza nos trasladamos a Riba de Satiuste, un pequeño pueblo que aunque es mucho menos conocido, también tiene su encanto y por su puesto, también tiene su castillo.
El castillo de Riba es de propiedad privada y ahora no se puede visitar por dentro. Hasta hace poco, no tenía puerta, por lo que el acceso era libre, pero resulta que lo estaban destrozando con pintadas y grafitis, así que el dueño decidió poner una puerta con su candado correspondiente y nos tuvimos que conformar con verlo desde fuera.
Para llegar hasta la puerta, el castillo está en un alto y hay que dejar el coche abajo y subir por un camino que aunque es corto, tiene bastante pendiente. A ÉL le cuesta hacer cualquier tipo de ejercicio y la única vez que lo convencí para salir a hacer senderismo me dio un buen susto en forma de lipotimia, así que durante la subida estuve todo el rato acojonado, pero al final llegamos arriba sin incidencias.
El sábado dormimos en la casa con ruedas a los pies de este castillo y acompañados por el griterío de los crios de la primera casa del pueblo, que resultaron ser una familia de guiris medio hippies, que me pregunto cómo les habrá dado por irse a vivir a un pueblo tan recóndito.
El domingo nada más despertar, pusimos rumbo a Medinaceli, siguiendo la recomendación que en su día me hizo Davichini por aquí.
El pueblo es muy bonito y aunque es pequeño, tiene un montón de cosas para ver, entre ellas también su castillo, reconvertido en cementerio municipal.
Para ver todos los monumentos del pueblo, en la oficina de turismo te dan el típico plano donde vienen todos numerados y cuando llegas a cada uno de ellos, está la correspondiente placa explicativa, que también tiene el número escrito. Nosotros no pasamos por la oficina de turismo, pero en el primer monumento al que fuimos, el arco romano, vimos que tenía el número 1, así qué ÉL se emocionó y se empeñó en ir descubriendo por todo el pueblo todos los números posibles, como si se tratase de una Gymkhana. Mientras ÉL esté entretenido no hay problema, porque aunque no lo reconoce, esto de ver monumentos como que no le va mucho, de hecho, creo que hay más fotos de las placas con los números que del monumento en sí mismo.
Aunque llevávamos la furgo bien cargada de víveres, vistos los precios de los restaurantes del pueblo, decidimos probar la gastronomía local. Yo tenía el antojo especial de comer migas, porque nunca las había probado y la verdad es que me gustaron mucho. Y de segundo una carrillera a la miel que, aunque eso ya lo había comido antes, también estaba muy rica. ÉL se comió de primero una sopa castellana y de segundo un lomo relleno de queso y bacon y también estaba todo muy bueno. Los postres eran todos caseros y nosotros compartimos una mouse de limón y una tarta de queso. Y lo mejor es que todo eso nos salió por 24 €, así da gusto.
En Medinaceli dimos por terminada nuestra ruta románica y ya el próximo destino no tenía castillo. A ÉL le encantan los castillos, pero más por la fantasía que por la historia que tienen detrás, que eso se la suda. Es como un niño grande.
La siguiente parada fue Turruncún, un pueblo de la Rioja que quedó abandonado hace ya unos cuantos años.
Tiene un área recreativa bien mantenida, con un pequeño estanque, aunque ahora sin patos, unas barbacoas y un montón de mesas con bancos para comer y ahí fue donde dormimos el domingo. Desde ese área se accede a pie a los restos del pueblo y aunque caían chaparrones de vez en cuando, nos tiramos un buen rato explorando el pueblo, especialmente los restos de la iglesia y las cuevas cercanas, donde suponemos que elaboraban el vino.
ÉL no es muy amigo de madrugar y menos en fin de semana, incluso cuando estamos de viaje, lo que a mí la verdad que no me sienta bien, porque ya que estamos fuera de casa, aunque sé que no es plan de levantarnos a las 8, pero me gusta aprovechar el día. La verdad es que cada vez me voy acostumbrando más y ya me llevo cosas para hacer por mi cuenta, en este caso la caja de herramientas. Así para cuando se levantó, a la una del mediodía, yo ya había desayunado, había reparado el cierre centralizado de la furgoneta y la cerradura del maletero.
Después del pueblo abandonado, la siguiente parada ya fue de relax, las pozas termales de Arnedillo. En este lugar ya habíamos estado en otra ocasión, en otoño y la verdad es que la otra vez nos gustó más.
Se trata del río Cidacos, que al pasar por este pueblo tiene sitios por los que mana agua caliente de la tierra y hacen pozas para retener ese agua caliente y así te puedes dar baños de contraste entre el agua helada del río y la caliente de las pozas. Hay unas pozas "construidas" con piedras y cemento y otras "naturales" que la gente hace con piedras sobre el propio río y que son las que más nos gustan a nosotros. Pero en primavera, como el río baja tan crecido, se mezcla con el agua de las pozas naturales y hace que desaparezcan, por lo que sólo quedan las "construidas".
El problema de las "construidas" es que están siempre bastante masificadas y la sensación de relax desaparece. Eso por no hablar de que todo el mundo lleva su bañador correspondiente y claro no voy a llegar yo a despelotarme allí. Pero bueno, a pesar de tener a varios churumbeles pululando alrededor, se podía estar más o menos bien. Eso sí, en cuanto la única poza natural que no estaba cubierta por el agua se quedó libre, allá que nos fuimos a despelotar a gusto. Y muy a gusto que estuvimos hasta que empezó a pasearse por nuestro lado una culebra de agua de un tamaño respetable y como ella también tenía todo el derecho a disfrutar del agua caliente, nos fuimos para no molestar, con nuestra culebrilla entre las piernas, todo sea dicho.
Y hasta aquí nuestra escapada, porque visto lo que le cuesta a ÉL levantarse por las mañanas, decidimos volvernos antes de tiempo, para no andar luego con prisas en la carretera, porque el martes por la tarde ÉL tenía clase.
El miércoles y el jueves no tenía que trabajar así que he aprovechado para hacer gestiones que tenía pendientes, para salir a patinar y para estar tumbado en el sofá, que también viene bien.
Y así han transcurrido estos días. Ahora toca la vuelta al curro y estar solo en casa, porque ÉL ha decidido que se vuelve a casa de sus padres para dedicarse en exclusiva a los estudios y no tener que estar pendiente de las tareas domésticas o de que yo le dé la lata, así que nos toca estar separados un mes, hasta después de sus exámenes, lo que son otra especie de vacaciones XD
PD.: Al final he tenido que poner fotos pilladas de internet en vez de las mías, porque me han dado problemas.
La última vez que estuve de turismo rural estuve en el condado de Treviño y la verdad es que lo mejor eran la comida y los paisajes, aunque como soy tan urbano enseguida me agobio.
ResponderEliminarBesos.
Medinacelli es precioso, yo voy siempre que puedo, con lo que me gustaría tener una casa allí, jajajaj. Fuiste al convento de las monjas a comprar dulces? yo tengo una anécdota allí muy buena, y es que cuando fui a comprar dulces allí, la monja, muy amable ella, me dijo Ave María Purísima, el caso es que yo no supe responder como debía, y le dije "Buenas tardes, qué tal" jajajaj. Suerte que estaba el torno de por medio y no pude ver su cara, jajaj.
ResponderEliminarBesazos!!
Os disteis una buena escapada. Eso de tener casa con ruedas te da una libertad que muy poca gente aprecia, pero que de verdad es de lo mejor que uno puede hacer, que así sales donde y cuando quieras, y puedes dormir donde te pille. Es divertido.
ResponderEliminarUn beso
Christian, Treviño no lo conozco así que a ver si voy por allí algún día, que a mi esto del turismo rural sí que me gusta.
ResponderEliminarDavichini, cuando llegamos al convento acabábamos de comprar los duces típicos en la tienda de al lado. Y no sabes lo que nos arrepentimos, porque estaban malísimos. Seguro que los de las monjas estaban mucho mejores.
Kotei, pues sí que es divertido, pero lo de la libertad es relativo, porque al final siempre me acabo buscando sitios que visitar y donde dormir por internet, como si estuviese buscando un hotel. A ver si alguna vez consigo ser menos previsor y hacerlo un poco más a la aventura.
Besos para todos!!
Chuchi, me anotaré tu ruta turística. De hecho, muchos de los pueblos que mencionas los tengo ya anotados desde hace tiempo. Y en concreto, D. y yo tenemos en mente Arnedillo....
ResponderEliminarClaro que, hablas de pozas y demás... a ver para cuando organizamos una salida conjunta a los pantanos estos de por aquí cerca de Madrid, para localizar esas áreas nudistas. ¿Qué dices?
Bicos Ricos
Pimpf, mi consejo es que dejes lo de Arnedillo hasta bien entrado el otoño, que según mi experiencia es la mejor época y para la salida nudista, cuando quieras.
ResponderEliminarPor cierto, la marcha ciclonudista es el sábado 11 de junio, por si te apuntas.
Un beso!!