jueves, 5 de enero de 2012

Érase el instinto paternal

Últimamente a raíz de la nueva oportunidad que ÉL y yo nos estamos dando, de vez en cuando tengo pensamientos recurrentes sobre la idea de la paternidad. ¿Será que ya ha saltado la alarma de mi reloj biológico? 

Hace poco, mi madre le dijo a su hermana que había soñado con que nos dejaron a un niño (negro para más señas) abandonado en la puerta de casa y que ÉL y yo lo habíamos adoptado. Mi madre, a pesar de haberme tenido solo a mí, es muy niñera y creo que lo que más la desilusionó cuando le comenté mi orientación sexual fue que con ello se desvanecía (al menos a priori) la posibilidad de ser abuela. 

Entre nosotros hemos comentado alguna vez la posibilidad de ser padres, gracias a un vientre de alquiler en algún país en el que esto sea legal. Hasta ÉL, que suele ser más reacio a estas cosas (está en contra hasta del matrimonio homosexual ¿¿¿???) se estuvo informando en páginas web de agencias para la subrogación del embarazo de California. 

Todo esto viene a que ayer tuve muy presente a Herodes y se me quitaron de golpe todas las ganas de ser padre. Me explico: a alguien se le ha ocurrido la genial idea de que los empleados de esta compañía para la que trabajo se puedan traer un día al año a los niños al trabajo y ese día fue ayer. 

Recalco el hecho de que sólo se los pueden traer los empleados de la compañía (jefes, casi todos ellos) y el personal externo (los que realmente hacemos el trabajo) somos los que los tenemos que aguantar correteando y chillando entre nuestros puestos de trabajo. 

Supongo que la típica excursión a una central eléctrica, a una fábrica de algo o a algún sitio en el que haya cosas extrañas para ellos, será la mar de entretenido para los retoños, pero os aseguro que la visita a un edificio de oficinas en las que lo único que hay son mesas con ordenadores y gente trabajando en silencio con ellos les aburre soberanamente, así que optan por ponerse a correr sin control de un lado para otro, montando todo el jaleo posible. 

Son niños y por supuesto que es esto lo que se espera de ellos, pero en el lugar indicado, como por ejemplo en un parque. ¿Es que sus padres no se dan cuenta de que el resto de mortales estamos trabajando? 

El organizador de toda esta desorganización, había previsto actividades varias desde las 10 hasta las 14 y hay algunos niños a los que los trajo algún familiar a esa hora y con la misma se los volvió a llevar. El problema es que a la gran mayoría los trajeron sus padres/madres que trabajan aquí y se tuvieron que tirar aquí encerrados toda la jornada laboral, esto es de 8 a 17, lo que para ellos fue una barbaridad. 

Lo dicho, ni con la amenaza de que los Reyes Magos les van a traer carbón se portaban bien. Eso sí, ya por la mañana comprobé que no tengo don para tratar con niños, porque en cuanto vino mi jefa a presentarme a sus hijos, casi hago llorar a la niña nada más saludarla y eso sólo fue el principio del día.

4 comentarios:

  1. Qué bonito lo del instinto paternal, yo lo tengo muy claro que sí que quiero. Algún día lo conseguiré, cada vez lo veo más lejano, pero lo conseguiré.

    Besazos!!

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  2. Pues si lo tienes tan claro, no dejes que cada vez se vaya alejando más, hay que luchar por ello. Seguro que lo conseguirás.

    Un beso!!

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  3. Ahm, hombre, una cosa es que no aguantes a los críos de los demás, los tuyos siempre son distintos. Pero yo no creo que los hombres tengamos un reloj biológico, si acaso las mujeres, pero los hombres no.

    Bicos Ricos

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  4. Pues te tendré que creer en las dos cosas, porque no pienso tener hijos propios por ahora, ni rajarme para ver si llevo un Rolex dentro.

    Un beso!!

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