martes, 9 de agosto de 2011

Érase un defecto

Hoy voy a escribir sobre uno de mis múltiples defectos: tiendo a prejuzgar a la gente.

No sé si le pasará a todo el mundo, pero cada vez que conozco a alguien, ya sea cara a cara, por teléfono, por internet,... desde el principio, a partir de las 4 primeras palabras que cruce con esa persona o de su apariencia o de las vibraciones que me transmita o de yo que sé qué, me empiezo a montar mi propia película sobre cómo creo que es esa persona.

Por supuesto, casi nunca acierto. Unas veces (las menos) me hago a la idea de que estoy ante una bellísima persona y después resulta que es la mismísima reencarnación de Belcebú y normalmente pienso mal de todo el mundo y luego, en muchas ocasiones, me toca tragarme mis propios pensamientos, o palabras, si lo he comentado con alguien.

Hay gente con la que te encuentras y te transmite una paz interior y un buen rollo tremendos y otros con los que nada más estrecharles la mano ya estás deseando perderlos de vista.

También soy consciente de que el resto de la gente puede hacer lo mismo conmigo y muchas veces me han dicho que las primeras impresiones que transmito son de ser una persona seria, aburrida y borde. A estas alturas no voy a ser yo quien diga si es verdad que soy así o no, pero normalmente cuando me hablan de esa primera impresión que causo es para decirme que luego no soy así del todo.

Igual que admito tener prejuicios con casi todo el mundo, tengo que decir que suelo conceder a todos el beneficio de la duda y, en este caso, la posibilidad de que me muestren cómo son en realidad y hacerme cambiar la opinión que tenía sobre ellos.

¿A qué viene todo esto? Pues a que creo que también estoy cambiando en esto y no me gusta. Hace un tiempo conocí a una persona a través del cable este que nos tiene a todos conectados. La primera impresión fue genial y día a día mi opinión sobre esta persona fue cambiando a peor. Además estos cambios fueron sin razón aparente, porque apenas intercambiamos unas frases de vez en cuando. Así que otra vez supongo que son los prejuicios y la película que me formo en mi cabezota.

¿Por qué digo que estoy cambiando? Recientemente he tenido la oportunidad de poder conocer en carne y hueso a esta persona y he preferido no hacerlo. Nunca he tenido problemas en pasar de la vida virtual a la real. Así empecé con mi amigo A, así he conocido en persona a muchos blogeros e incluso a unos cuantos rolletes del pasado. Pero en esta ocasión, mi sexto sentido me ha dicho que mejor mantenerme alejado y eso es lo que he hecho. ¿Habré acertado?

3 comentarios:

  1. Haz caso a tu sexto sentido, esa vocecita interior que todos tenemos, pocas veces falla. Si eso es lo que te dice, adelante.

    Besazos!!!

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  2. Ahm, me imagino por donde vas... Bueno, chuchi, sin ir más lejos, ya has visto que yo también soy prejuzgador de esos... recuerdo el día que dije "Erbitxin es un hombretón tímido". HOmbre, lo de hombretón lo he acertado, lo de tímido... visto lo visto... para nada, jajajajaja

    bicos Ricos

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  3. Davichini, eso de escuchar voces en mi interior suena demasiado a estar loco, pero tienes razón, ya que se molesta en hablarnos, habrá que hacerla caso.

    Pimpf, seguro que sabes por donde voy. Y recuerdo también tu primer comentario sobre mi y la verdad es que no me lo tomé muy bien, jejeje.

    Besos a los dos!!

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