jueves, 25 de septiembre de 2014

Érase un año y medio después

Soy el primero que no ha entrado en este blog en todo este año y medio que he estado sin escribir. De hecho, cuando me propuse retomarlo, ni siquiera recordaba cuál era el último post que había publicado y resulta que eran mis pronósticos para el 2013.

Pues bien, ahora que ha pasado el tiempo, puedo hacer la valoración del año 2013 y de lo que va de 2014 y ver si se cumplieron mis vaticinios. Para hacerlo voy a ir poniendo lo que escribí en su día y mi valoración después de todo este tiempo.

Empezamos por lo familiar y no son buenas las previsiones. Si el 2012 ha sido un año de pérdidas para mi familia paterna, creo que el 2013 lo va a ser para la materna. Por un lado, me preocupa mi abuela y su falta de ganas de vivir y por otro lado, el cáncer se ha cebado con una prima de mi madre y parece que tiene mala solución. Esperemos que los médicos se equivoquen.
Efectivamente, desde que escribí esto el cáncer se llevó a la persona de la que hablaba en este párrafo y, al poco tiempo, su padre pasó de estar como una rosa a estar acompañándola en el camposanto. Mi abuela en cambio sigue entre nosotros, consumida por la vida, viendo pasar el tiempo encerrada en su casa y esperando la visita de La Parca. Ahora le ha dado por decir que lo único que quiere es morir en su casa.

Ahora paso a hablar de ÉL y nuestra relación. Lo segundo está muy bien. Estancada, pero en un punto muy bueno y aquí creo que la palabra clave para este 2013 es TRANQUILIDAD.
Pues sí, nuestra relación se puede definir como excesivamente tranquila durante 2013 y lo que ha durado en este 2014. Supongo que ése ha sido uno de los principales problemas que hemos tenido, que la chispa se ha ido apagando. Cosas de la convivencia, que mata la pasión y lo mata todo, hasta acabar por convertirnos en dos simples compañeros de piso.

En cuanto a ÉL, lleva un comienzo de año un poco amargado por cuestiones laborales, así que espero que en este 2013 tenga una mejora de las condiciones de su actual puesto o que encuentre un nuevo trabajo. Lo que sea, pero que se me anime, que no soporto verle tan decaído.
Al poco de escribir esto, mejoraron levemente las condiciones de su trabajo. Bajo mi punto de vista, esa mejora no compensa para nada los sobresfuerzos continuados que le exigen y debería haberse movido más para intentar encontrar otro trabajo. Pero bueno, con los tiempos que corren, supongo que hasta debe agradecer tener uno, aunque esté rozando la explotación laboral. Recientemente, en concreto el día después de dejarme, me dijo que le acababan de ascender tanto en sueldo como en categoría. Me alegro por ÉL pero sigo pensando que debería buscarse otra cosa.

Con la llegada de Luffo, la segunda mitad de 2012 ha estado marcada por el bicho y casi no le hemos dejado sólo, para evitar que nos destrozara la casa y por miedo a que no dejase de ladrar y molestase a los vecinos. Tenemos que cambiar esto como sea, ya que nuestra vida social y nuestro ocio se han resentido enormemente.
Luffo creo que ha sido la tercera causa que ha influido en nuestra ruptura, unido a la excesiva tranquilidad y su mala situación laboral ya comentadas anteriormente. Reconozco que en esto, la culpa ha sido mía. Yo no quería perro, pero accedí a tenerlo por darle el gusto. El hecho de que yo trabajara casi siempre desde casa, unido a su extensa jornada laboral, hizo que al final quien se acabara encargando por completo del perro fuera yo. Pero además, un exceso de responsabilidad por mi parte lo complicaba todo, ya que me veía incapaz de dejarle sólo en casa, de plantearme hacer planes sin perro, de sacarle menos de 3 horas al día... Luffo desplazó totalmente en mi escala de prioridades a ÉL y a nuestra relación. Si me apuras, me desplazó incluso a mí mismo.

En esto del ocio, me gustaría aprender a practicar algún nuevo deporte. Estoy entre dos: el esquí y el submarinismo. El principal problema para esto es que le tengo que convencer a ÉL y no está muy por la labor. De momento me doy con un canto en los dientes con que esté tratando de aprender a patinar. Espero que en este año por lo menos mejore en esto del patinaje y podamos hacer alguna rutilla juntos por la ciudad.
El aprender a patinar le duró una semana y desde entonces, sus patines cogen polvo en el trastero. Yo el invierno pasado me animé con el esquí y casi al final de la temporada se apuntó ÉL también y para este mes teníamos previsto sacarnos el título de submarinismo, pero no pudo ser. El acercamiento de ÉL a estos 3 deportes tuvo algo en común. No lo hizo por sí mismo, ni tampoco lo hizo por estar conmigo. Lo hizo porque sus amigos del trabajo también se apuntaban y la verdad es que eso me fastidiaba enormemente. Pero bueno, tengo que pasar página y dejar de pensar en pareja para empezar a pensar en soltero y para hacerlo, estoy volcado en un deporte nuevo para mí, pero eso se merece una futura entrada.

A parte del deporte, tengo un proyecto artístico en mente, pero como me conozco, prefiero no dar más detalles porque seguro que finalmente la cosa queda en nada.
Tenía razón, la cosa quedó en nada.

Y ya el punto estrella de los propósitos de año nuevo: perder peso. Tanto ÉL como yo estamos a dieta, bueno ÉL está a dieta y yo simplemente tratando de comer más sano. De momento llevo 2 kilos menos y espero seguir perdiendo. De momento tengo la voluntad y el estar haciéndolo juntos, ayuda bastante a que no decaiga el ánimo.
No sólo no perdí peso, sino que ahora mismo estoy en plusmarca personal y de nuevo con el mismo objetivo. ¿Lo conseguiré esta vez? Seguiremos informando.

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