viernes, 3 de agosto de 2012

Érase un crucero (II)


Bueno pues una vez que llegamos al barco, como todavía no teníamos las maletas con nosotros, decidimos que lo mejor era comer, antes de que embarcara toda la marabunta.

La noche anterior, estuvimos hasta última hora haciendo las maletas, así que no pudimos ni cenar. Tampoco habíamos desayunado, así que estábamos caninos. Pues nada, otro fallo de catetos. Como no conocíamos el barco, nos metimos en el primer restaurante que encontramos, de los muchos que tenía el barco. Obviamente, resultó que era el peor. No tenía ni postres. Nos enteramos después de que era el bar en el que se servían las meriendas.

Después de medio comer, seguimos con la vuelta de reconocimiento por el barco y encontramos un buffet que tenía muchísima mejor pinta, así que había que empezar a aprovechar eso del todo incluído y allá que entramos a terminar de comer.

Bueno, creo que realmente no dejamos de comer y beber desde que embarcamos en Barcelona, hasta que volvimos a desembarcar, que lógicamente lo podíamos haber hecho rodando.

Fuimos al camarote y nos dimos cuenta de que con eso de no haberlo podido escoger y supongo que viendo dos nombres de chicos, nos habían dado uno con dos camas. Pero estábamos muy arriba (9ª cubierta) con un pedazo de ojo de buey, aunque no lo parezca en la foto es mucho más grande que el típico redondo que tenían los de las cubiertas más bajas y con bastante espacio para movernos.


Aunque ese no fue el camarote en el que nos quedamos. Al hacernos la tarjeta de embarque, habíamos visto un cartel en el mostrador que decía que por muy poco dinero podíamos mejorar la categoría de nuestro camarote, así que fuimos a recepción a informarnos. Más por pasar el rato que por otra cosa y pensando que, como nuestro camarote era de la mejor categoría, nos cobrarían un ojo de la cara por mejorarlo. Pues resultó que el precio irrisorio que ponía en el cartel era para subir una categoría, independientemente de cuál fuera. La categoría siguiente a la nuestra ya pasaba de camarote a suite, en nuestro caso "Suite junior con balcón privado" y decidimos que para una vez que hacíamos un crucero, estaría muy bien hacerlo a lo grande, así que pedimos el cambio en recepción.

Enseguida llamaron al que sería nuestro mayordomo durante el viaje para que nos acompañara a verlo y valorásemos si nos interesaba el cambio. Y nada más abrirnos la puerta, nuestros ojos abiertos como platos ya debían delatar que íbamos a pedir el cambio.

Las mejoras: una cubierta más arriba (por lo visto, en un barco esto es importante), balcón privado con dos tumbonas y una mesita, una cama de matrimonio King-size, un sofá cama, mesa de comedor, tocador, bañera enorme en vez de plato de ducha, zapatillas y albornoces con cambio diario, una tele más grande que la de mi casa, mayordomo...

Pues finalmente, esta fue nuestra suite.


4 comentarios:

  1. Caray! como nos cuidamos!! jajaja. Besazos!!

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    1. Con el añito que llevamos, nos lo merecíamos.

      Un beso!!

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  2. Joer así también me voy yo de crucero y eso que me da pánico.. pero con un Bautista y todo oy oy oy con lo que me pegaria a mi!!! besitoss

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    1. Bueno, no recuerdo como se llamaba, pero seguro que no era Bautista. Más que nada, porque era Indio.

      La verdad es que nosotros no valemos para tener mayordomo, ya que por no molestar, pasábamos de sus servicios.

      Sólo un día nos llevó el desayuno a la habitación.

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