Hoy voy a hablar sobre las estupendas vacaciones que hemos disfrutado. O, por lo menos, voy a empezar a hablar sobre ellas, porque intuyo que me va a salir más de un post.
Siempre es conveniente empezar por el principio, porque si no, podríamos confundir la cara con el culo y no quiero que me llaméis caraculo. En este caso, el principio son los preparativos del viaje.
Teníamos pensadas varias opciones de viajes, todas ellas con la casa con ruedas. Pues resulta que un día, hablando sobre nuestras vacaciones con mi jefa, me comentó que tenía un contacto en una agencia de viajes que le había soplado que habría una oferta de última hora muy buena para un crucero.
Lo comenté con ÉL y nos pareció que después del año que llevábamos liados con las reformas, nos merecíamos un viaje más descansado que los que hacemos con la casa con ruedas, así que pillamos esta oferta, que como digo estaba muy bien de precio.
Se trataba de un crucero por el Mediterráneo occidental, con salida y retorno a Barcelona y escalas en Túnez, Nápoles, Roma, Florencia y Mónaco en régimen de todo incluído. Una gozada, vamos.
Pero como siempre, tenía letra pequeña, en este caso la condición era que no podíamos elegir camarote, ya que sería la Naviera la que nos asignaría uno a su antojo. Nos temíamos que nos iba a tocar uno interior por debajo de la línea de flotación del barco, pero cual sería nuestra sorpresa cuando nos llegó la documentación definitiva y comprobamos que nos habían dado el mejor camarote posible, uno de la categoría "Camarote Exterior Gran Lujo", que no sabíamos exactamente cómo sería, pero sonaba bien.
La cosa empezaba bien, pero no todo, porque por ahorrarnos unos euros, en lugar de pillar un AVE a Barcelona, que nos habría salido por un ojo de la cara, decidimos viajar en el tren nocturno. Sin duda este fue el gran error del viaje. ¡¡A Dios pongo por testigo que nunca más viajaré en un tren toda la noche!!
Después de un horror de viaje en el que apenas pegamos ojo, llegamos a Barcelona a primera hora y pusimos rumbo al puerto. Ya teníamos ante nosotros nuestra casa para los próximos 7 días y la verdad es que un bicharraco de estos visto desde justo debajo, impone mucho. De hecho, no hubo forma de sacar una foto en la que saliese el barco completo.
Había leído por Internet que el embarque es un proceso bastante más largo que el de los aviones, que ya es decir, así que me empapé de todos los consejos que daban y conseguimos ser de los primeros en embarcar y eso a pesar de no haber podido hacer el papeleo por internet, debido a que contratamos a ultimísima hora.
Como para nosotros ha sido el primer crucero, supongo que la crónica me quedará un poco de paletos, ya que por ejemplo os diré que yo pensaba que las maletas estarían con nosotros todo el tiempo. Pues no, al igual que en los aviones, en los cruceros hay que dejarlas en el mostrador de facturación y confiar en que estarán en el camarote dos horas después de zarpar. Afortunadamente, estuvieron.
El hecho de subir de los primeros al barco, nos permitió poder fotografiar la cubierta de las piscinas casi vacía, algo que no volveríamos a ver en el resto del viaje.
Uhm, me mola este tipo de post de catetos en un trastatlántico, porque así, el día que vaya yo a mi primer crucero quedaré como una auténtica reina, jajaja. Aparte de eso, uhm, promete, y las ciudades también. Mira tú que a mi me hace ilusión esto de los cruceros, aunque dicen que resulten algo caros por las propinas. Sobre lo grandes que son... chuchi, tú no eres de una ciudad del norte con mar? (o casi?) hombre, que allí hay muchos... en Vigo bastantes e impresionan siempre, tanto de lejos como de cerca.
ResponderEliminarBicos Ricos
Las propinas estaban estipuladas y las conocíamos antes del viaje: 72€ cada uno.
EliminarY sí, estoy acostumbrado a verlos desde lejos y desde cerca (mi padre fue portuario) pero no desde dentro.
Un beso!!
Se ve chulo por las fotografías que pones. A ver qué tal el crucero, ya nos contarás, jajajaj
ResponderEliminarBesazos!!
Espero no aburriros. Ya os iré contando.
EliminarUn beso!!